Desde 1870, los numerosos británicos residentes en diversas partes del mundo difunden el fútbol asociación en el continente europeo, en Latinoamérica y, finalmente, en Asia y Africa.
El fútbol, importado precozmente en el seno de las colonias británicas de Latinoamérica, tarda en contactar con los nativos. En Argentina se juega desde 1870, en el seno del Cricket Club de Buenos Aires, y después de nuevo en el seno de los colegios ingleses hacia 1890. Todos los partidos se juegan entre clubes ingleses. Lo mismo ocurre en Brasil en donde hay que esperar hasta 1900 para ver como nacen asociaciones locales, cuando las competiciones entre británicos ya existían desde 1890.
En el continente europeo, la adopción de los deportes ingleses traduce la voluntad de afirmar un estilo de vida moderno y aristocrático a la vez. Los clubes de este continente todavía tienen un carácter polideportivo. Los escasos partidos tienen lugar en otoño y en primavera sobre terrenos precarios, en donde los mismos jugadores instalan antes de cada partido los postes de las porterías. La ropa, que se pone en el mismo lugar o en el almacén del tugurio más cercano, se uniformiza, aunque a veces se trate de un viejo pantalón cortado a la altura de las rodillas. El sombrero desaparece rápidamente, salvo para la fotografía inaugural. Los partidos tienen carácter amistoso, y no se fijan según un calendario regular. El fútbol sigue siendo muy rudo. Los primeros partidos tienen muchas características propias del rugby practicado con anterioridad en el continente. Todos los jugadores, a excepción del portero y de los defensas, se precipitan sobre el balón para enviarlo a la portería contraria. Esto da lugar a tumultos en la proximidad de las porterías, hasta que un defensa despeja el balón de un buen puntapié, cuanto más alto mejor, ante el regocijo de los escasos espectadores. Los pases se ignoran por completo. Todos los jugadores están obnubilados por la prohibición de servirse de las manos y se esfuerzan en mantener los brazos pegados al cuerpo. Es la falta más vigilada por el árbitro. Hacia 1900, los jugadores tienen la misión de mantenerse en su posición: los defensas permanecen paralizados ante la portería, y los cinco delanteros se mantienen en línea pase lo que pase. Las faltas son fuertes. Como en el rugby, se carga sin contemplaciones con el hombro. En 1899, el partido del First Vienna contra el Cricket se interrumpe por una sucesión de lesiones, entre las que figura una clavícula rota. De ahí la gran sorpresa cuando llegan los equipos británicos y se ponen a jugar con el interior o el exterior del pie para hacer pases laterales y cortos, o desvían el balón con precisión con la cabeza, o gambetean a sus adversarios estáticos.
Fuera de las islas británicas, el fútbol continúa siendo una manía burguesa hasta bastante después de 1900. Más tarde, el desplazamiento social también se convierte en regla. Se forman equipos en los barrios populares que juegan al margen de las federaciones un juego calificado como "salvaje". En realidad, los jóvenes obreros carecen de disponibilidad, se ven sometidos a tareas penosas y temen las heridas, porque son sinónimos de pérdida de empleo. A partir de 1920, los grandes nombres proceden de las capas populares. La trayectoria de algunos se acerca al mito: es el caso de Kopa, el pequeño minero, o de Garrincha, el brasileño que jugaba descalzo en los descampados del arrabal de Río.
Los colonos son quienes introducen el fútbol en Africa y Asia. Aunque la segregación es la regla, los profesores y sobre todo los misioneros dejan jugar a los jóvenes africanos. Estos forman equipos que, al enfrentarse, a veces sacan a relucir viejas rivalidades tribales. Más tarde nacen las federaciones indígenas y organizan su propio campeonato. La popularización marcha por buen camino.
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