Mario Alberto Kempes decía que le debía a Menotti el haber sido el goleador del Mundial ’78. Lo explicaba de esta forma:
-Me dejé los bigotes al comienzo de la Copa, pero no convertí ningún gol en los primeros tres partidos contra Hungría, Francia e Italia. Para el cuarto, en Rosario contra Polonia, me llegó la orden del director técnico: "Mario... ¡Aféitese!".
-Hice dos goles y, a partir de entonces, no sólo no me los dejé más, sino que me afeito dos horas antes de cada partido que juego...
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